Una sombra, una sombra y nada más, aparte de Dios y el "ángel de la guarda", es un ente que nunca te dejará solo, que te acompañará el resto de tu miserable o exitosa vida. Una sombra está presente desde el primer día, cuando eres niño te preguntas quien está ahí a un lado de tí, y resulta que es la sombra. Cuando uno crece se da cuenta que las sombras cobran vida, aquella compañera de sparring, aquella compañera de juegos, de escondidillas, evoluciona, toma forma humana, unos días no la ves por ningún lado, porque la tienes en forma humana, en forma de espía del FBI, se sabe esconder, apunta todos tus movimientos, se obsesiona por tí, te desee poseer, como uno la poselló y nunca la soltó. En ciertas ocaciones la sombra se transforma en una especie de ángel, se va de chaperón contigo, pero es por tu bien, no te quiere ver con malas compañías ni obrando mal ni nada de esas cosas. Siempre estará a tu lado. En la otra cara de la monedas se encuentra la sombra maligna, aquella que no te deja hacer nada y que busca cualquier cosa para tratar de hundirte, humillarte, quiere que pagues lo que según ella cree que le hiciste, de hecho, se pone en contacto con las sombras de tus amigos para obtener información hasta encontrar tu talón de Aquiles. Hacen hasta lo posible para destruirte, se te meten hasta en la cocina, ponen en tu contra a tu pareja, entre otras marrullerías. Por eso, en éstas épocas hay que sacar el lado paranoíco, porque uno ya no sabe en quien confiar...
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