Mientras veía la gran vista al mar de mi depa mediterráneo, siempre disfrutaba de un dulce, siempre que probaba uno, el que fuera, mis emociones se disparaban, me acordaba de niño como chupaba una Tutsi con tanta pasión y enjundia, o de adolescente, masticando la suavidad de un Bubaloo o un Juicy Fruit, saborear la dulzura de un Hershey's y volviendome loco e hiperactivo con la cascada de caramelo de un Milky Way. Sentir en los labios como se derretía un Snickers era lo máximo... Pero el mejor de todos era el Tootsie Roll, manejable, suave, nunca dejaba triste a uno, combinacion de chocolate y azucar perfecta, con un nivel chicloso aceptable, dejaba un buen sabor de boca y dejaba un corazón contento.. Aaah, los Tootsie's. Había comprado una gran dotación para estar acá disfrutando de ellos... La próxima visita, me dí cuenta que era tiempo de madurar, de dejar atrás esa niñéz y dejar de tragar dulces era lo mejor, además de tener los dientes careados, pero me entró una tristeza interior, me preguntaba por qué demonios los dejé... Hasta me reía, habían sido una gran parte de mi vida, viví momentos felices con los dulces, con ese Tootsie que siempre estaba ahí para calmar un poco la necesidad de azucar, quería ser alguien nuevo, pero siempre me acordaba del sabor chocolate en la lengua, de un poquito de saliva con chocolate en los labios... Lo necesitaba, pero tenía que madurar, mirar hacia adelante, no hacia atrás... Los abandoné, pero no los necesitaba ya... Soy un hombre nuevo y no tengo que dejar que mi pasado regrese a afectarme, al fin y al cabo hay otras cosas que a uno lo hacen feliz, aparte de los dulces, y además, hay otros dulces en que fijar los ojos, otros dulces que llenarán más el corazón que los otros...
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