Un poco de estimulación auditiva

jueves, 31 de diciembre de 2009

Cambio de estafeta (Feliz año nuevo a todos)

Un anciano caminaba por la alameda, se sentó y le empezó a dar de comer a las palomas; en esos momentos el cielo estaba de un color grisáceo mezclado con un rojizo extraño. Un haz de luz se posaba sobre él, como si fuera a ser abducido por los extraterrestres o llamado por el Altísimo. Lo más segundo era lo más probable, el pobre viejo era el último sobreviviente de un período de 10 años turbulento. El viejo estaba cansado, exhausto, caminaba con dificultad. Las torturas de la gran carrera le hacían ya efecto. Su cerebro estaba por secarse. El pobre había sido víctima de inumerables padecimientos y acontecimientos que fueron mermando su salud mucho antes de tiempo. Dos pájaros le habían perforado el estómago, le balacearon su casa porque se pensaba era un terrorista, de tener millones ahorrados, solo tenía unos cuántos dólares, su casa fue embargada, un polvo blanco le había llegado por correo y casi moría, le dió SARS, gripe aviar y A H1N1 al mismo tiempo, le escondieron sus vecinos marihuana en su casa para que el ejército se lo llevara vía la denuncia anónima, en fin, pobre viejo.

En la parte alegre, entrenó a un negrito para que se convirtiera en el nuevo hijo del viento, bendijo a las potencias futbolísticas más ganadoras de la historia para que en esta década volvieran a ganar un campeonato del mundo, el más grande del beisbol se invocó a él para terminar una sequía, el más grande rival del anterior equipo también se invocó a él para acabar con una maldición; a una bella rusa le dió una garrocha mágica para que pudiera ser la reina del evento más raro del atletismo, a un gringo le dio aletas para destrozar cualquier piscina en la que se sumergiera, entre otras cosas.

De repente el viejo deja de recordar eso porque un niño con la camiseta de Pelé (con el número 10) se le acercó para que le regalara semillitas para darle de comer a las palomas. El viejo, más que eso, le dió el gran reloj de arena que colgaba de él. Este reloj contenía una arena anaranjada, más el sistema solar enmedio. El viejo le dijo: "Ahora ésto es de tu responsabilidad, tu eres la sangre nueva que habrá de cambiar esta podredumbre".

El viejo murió al instante...

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