Polvo blanco, palmeras quemadas, relojes derretidos, huesos humanos, una Tierra hecha mil pedazos, donde de 6 mil millones ya quedaban solo 4 mil millones, pero todos en constante estado de nerviosismo, miedo, terror y control. Muchos salían de esa cruda realidad con hongos, muchas asociaciones secretas los repartieron para que la gente saliera de la cruda realidad, obviamente, sin llegar a darle nada de eso a los niños ni a las embarazadas, y ya no había ancianos, la esperanza de vida era similar a la de la Edad Media, 40 y pico de años; desgraciadamente con los chamacos se tuvo que utilizar la mentira, para que por lo menos tuvieran una infancia endulzada con Equal. La manipulación mágico musical de la que eran víctimas los lindos borregos zoofílicos era increíble, se decía que había que cruzarse con los animales para que de perdida sobreviviera una parte de lo que se estaba extinguiendo, al rato habría perros de dos patas, y caballos con manos en vez de pezuñas. Era la total anarquía, nada era moral, a uno lo podían matar libremente, hacer lo que fuera. Se recomendaba quedarse en sus casas, pero ya no había casas.
En uno de esos días, apareció una luz en el cielo, uno de los borregos se había librado de su conector mental, pateó a un perro que estaba por ahí y fue en busca de cuatro sellos esparcidos por la ciudad, logró encontrarlos gracias a un hongo verde que al principio lo hizo vomitar, pero después levitó y se encontró en estado de nirvana, con el cual logró localizar los sellos y romperlos. La luz del cielo se puso de un color psicodélico tutifruti. Apareció un caballero con un caballo blanco imponente, enorme... luego apareció uno con un caballo rojo, con una espada con la que Excalibur parecería de juguete... un caballero con caballo negro, negrísimo, se camuflajeaba entre tanta nefasta y diabólica oscuridad... por último, un caballo verde vómito, repulsivo, con un jinete igual de repulsivo... Todos venían, según sus palabras, a darnos el golpe final... Y lo dieron... El blanco nos puso de nuevo todo color de rosa un momento, después nos mandó al caño y ahí sus otros tres amigotes hicieron el trabajo sucio, todo ya estaba decidido... Los hongos nos mataron, nuestra decidia nos mató, nuestras creencias y borreguera nos mataron, NUESTRA MISMA CALIDAD HUMANA... NOS MATÓ...
En uno de esos días, apareció una luz en el cielo, uno de los borregos se había librado de su conector mental, pateó a un perro que estaba por ahí y fue en busca de cuatro sellos esparcidos por la ciudad, logró encontrarlos gracias a un hongo verde que al principio lo hizo vomitar, pero después levitó y se encontró en estado de nirvana, con el cual logró localizar los sellos y romperlos. La luz del cielo se puso de un color psicodélico tutifruti. Apareció un caballero con un caballo blanco imponente, enorme... luego apareció uno con un caballo rojo, con una espada con la que Excalibur parecería de juguete... un caballero con caballo negro, negrísimo, se camuflajeaba entre tanta nefasta y diabólica oscuridad... por último, un caballo verde vómito, repulsivo, con un jinete igual de repulsivo... Todos venían, según sus palabras, a darnos el golpe final... Y lo dieron... El blanco nos puso de nuevo todo color de rosa un momento, después nos mandó al caño y ahí sus otros tres amigotes hicieron el trabajo sucio, todo ya estaba decidido... Los hongos nos mataron, nuestra decidia nos mató, nuestras creencias y borreguera nos mataron, NUESTRA MISMA CALIDAD HUMANA... NOS MATÓ...
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