Mi habitación es mi verdadera casa, donde me puedo refugiar de todos los ácidos golpes de esta crueldad de situación, de vida, de realidad. Donde puedo ver arañas sin tener que matarlas. Donde puedo imaginar que amo a la mujer que quiera. Donde puedo tener un millón de amigos cuando en realidad los cuento con los dedos de una mano. Donde puedo imaginar que soy Pelé, Maradona y Di Stéfano. Donde puedo imaginar que soy un pitcher con 3 juegos perfectos en 5 años de carrera y a los 19 años. Donde puedo imaginar que no soy paranoíco, confío en todo mundo sin ningún problema, donde no hay complós. Donde puedo soñar que estoy pisando la luna y no ocupo oxígeno, y brinco lo que quiero, y me voy a Andrómeda o Alfa Centauri. Donde las luces no me causan epilepsia y al contrario me maravillo de lo precioso que se ve esa luz. Donde yo le puedo decir lo que quiera al que me dé mi gana, donde puedo decir que Jesús nunca existió, sin que mis padres me anden diciendo que si es cierto y que el Santo Grial es en realidad una copa y no otra cosa, y que me dicen que el papa Benedicta XVI es la blanca palomita y ayuda a todos cuando en realidad es un vejete chochiento que solo piensa en como labarle el coco a los verdaderos católicos, que todavía seguimos con el Gran Juan Pablo II, aquellos que no siguen falsos mártires ni los extremos conservadores de la nefasta Benedicta. Donde yo puedo imaginar salvar a un país desgraciado y que para siempre será pobre, que nunca saldrá de un hoyo inmenso llamado DIVISIÓN, RACISMO, o lo que quieran ponerle al hoyito. Dónde puedo decir que primero va el 2, luego el 3 y al último el 1. Dónde le puedo hablar a Ana Torroja sin que ni siquiera esté ahí y aunque nunca la vaya a ver en persona. Dónde puedo estar rodeado de un cochinero, pero es mi cochinero, es mi habitación, mi mundo y así lo quiero tener. Dónde hay pequeños seres que me dicen esto y el otro. Dónde me puedo comportar como loco si así lo deseo. Dónde le puedo dar rienda suelta a mis neuronas, de hecho, cuando estoy en mi habitación, las neuronas siempre vuelan a la velocidad de la luz, las ideas fluyen como las aguas de las cataratas del Niágara. Donde yo oigo mi música, la que me de mi gana sin que me anden diciendo que la música de los 70's era más bella solo por que las letras eran de lo más cursi que había, que reflejaban un mundo de arcoiris que nunca va a existir, por el amor de Dios. Un lugar donde no hay lugar para la manipulación ideologica, el Peje y el pendejo de Calderón son absolutamente lo mismo solo que en diferentes extremos. Donde los homosexuales, los bisexuales o lo que sea tienen cabida, porque son seres humanos y tienen el mismo color de sangre que yo tengo. Donde Dalí es un maestro, un genio, el más grande pedazo de cerebro que ha pisado esta tierra. Donde es el 32 de marzo y no el primero de abril. Donde este mundo puede ser lo que sea, aunque afuera sea una manzana podrida...
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