Rayos UV, agujeros en la capa de ozono, cáncer de piel, exceso de vitamina D, mujeres asoleándose en las playas más famosas del país, si, quiere decir que ya viene el sol. Esa estrella cegadora que en raras ocaciones se le puede ver directo, porque quema lo córnea, quema el cristalino, quema el nervio óptico, los deja como tripas asadas listas para comerse con guacamole, salsa roja y tortillas recién hechas. El sol, venerado desde tiempos inmemoriales, de hecho, los aztecas sacaban corazones de esclavos para tenerlo contento, además, esos corazones le dieron la vitalidad, la brillantez, la fuerza, la energía para que aún en estos tiempos, siga radiante, sin signos de cansancio, sin signos de apagarse para siempre. Sí, ya viene el sol. Ese sol con el que se mataban hormigas con una lupa, o se provocaban hermosos incendios forestales, muéranse los árboles, solo son estorbo, disque nuestro pulmón, si fueran nuestro pulmón, el maldito aire estuviera puro todos los días, pero no hay árboles por demonios como yo, que disfrutan quemar hectáreas verdes con una lupa, en realidad no tengo nada en contra de los árboles. Si, ya viene el sol, con el que me gusta usar espejos hacia la gente para dejarla ciega, al fin y al cavo para que demonios quieren seguir viendo este mundo tan horrible, esta manzana podrida, que desde que aprecimos en su faz, hemos estando pudriéndola poco a poco, degenerando las convivencias. Si, ya viene el sol, el sol, sol sol, ese sol veraniego que tiene el doble de intensidad que el normal, ese que viene enojado, ese que viene dispuesto a deshidratarnos y dejarnos como pasas, si solo siguieran los aztecas, para poder controlarlo, para que su misericordia haga acto de presencia. Sí, ya viene el sol...
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