Un poco de estimulación auditiva

viernes, 1 de mayo de 2009

Balón de gajos

Tenía un balón de gajos precioso, de esos que se dejaron de usar en 1970, de esos que parecían balón de volibol, era una reliquia para mi, café, cosida, duro el hijo de la chingada pero jugaba con él todos los días hasta quedarnos los dos sin aire, jajajaja.

Tenía un cuchillo de plata con el que diseccionaba animales, me gustaba oír como chillaban cuando se los encajaba, era música para mis oídos, después examinaba cuidadosamente todos los interiores, los músculos, los órganos y lo dibujaba todo en mi cuaderno de anatomía.

Yo conocía al tullido de la calle de atrás de mi casa, no sé por qué razón lo llamaba Jaimito, siempre que le daba limosna le decía Tenga Jaimito, y siempre me gritaba NO ME LLAMO JAIMITO, ah, que linda personalidad tiene Jaimito, si se llama Jaimito, nada más que se hace wey.

Yo tenía una cubeta de soldaditos armados hasta los dientes con sus M-16, AK-47 entre otras armas de alto calibre, eran mis súbiditos, me cumplían todo, desde hacerme la comida hasta mis más sucias perversiones. Un día los llame a todos para que asesinaran a todo mi vecindario, porque ya me tenían hasta el gorro, una vieja estúpida se quejaba de que como tocaba la batería, otro ruco por esto, vaya, hasta una prostituta del piso de abajo se quejaba porque no la dejaba "hacer la tarea" a gusto...

Yo tenía la llave al espacio sideral, donde me explotaban los pulmones, me moría y revivía, brincaba de Júpiter hasta Plutón, donde me congelaba y me quebraba poco a poco. De ahí brincaba a Saturno y luego a Mercurio, donde me hice carne asada, mi brazo sabía delicioso. Pero esta parte ya no me intersaba, mejor abrí la puerta al fondo del mar, donde me ahogué y ya no salí...

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