Un poco de estimulación auditiva

miércoles, 24 de junio de 2009

La carrera del siglo

Tino Arboleda inició una carrera de maratónicas proporciones lleno de narcóticos, todos mezclados hicieron que todo lo viera color de rosa, incluso decía que los carros volaban, y veía los árboles en llamas, creía que todavía había piratas en los mares, cuando encontró un hueso de perro en el camino pensó que era de un tiranosaurio rex, incluso se subió a un poste de luz y le chupó la lámpara, pensaba que era un paleta tamaño familiar... Pasó los primeros 10 km cuando el efecto de los narcóticos había llegado a su fin, empezó a ver todo absolutamente claro, los árboles no estaban en llamas, solo tenían demasiadas naranjas, y empezó a sufrir tropiezos, una mujer lo rebasó y otros cuantos más, y lo peor es que se tropezó con una piedra en el km. 20 y quedó muy mal herido...

Aún así se levantó, y tomó un automóvil rumbo al hospital, él no sabía manejar, pero tomó el coche de una manera experta, se convirtió súbitamente en el rey del volante, control perfecto, perfecta coordinación entre el embrague y la palanca de cambios, incluso esquivaba los baches más profundos y los más juntos, no había nadie que lo parara, y para rematar ya no regresó a la carrera, tomó rumbo al aeropuerto y abordó el vuelo hacia Moscú. Voló alto, alto y más alto, llegó a la cumbre y por fin tocó el cielo, además de que era el primer miembro de su familia en volar tan algo, hasta pudo hablar con Dios, el viaje duró bastante, disfrutó cada momento del mismo, besos, caricias, hijos, de hecho hasta se encontró una bolsa llena de dinero en el maletero que estaba encima de su cabeza...

El viaje llegó a Moscú e inmediatamente utilizó el dinero para ir al espacio... Desde la luna vió como su planeta estaba a sus pies, no había nada que lo podría detener, pensó... Pero el aterrizaje fue desastrozo, la cápsula se destruyó en el mar y Tino salió de nuevo herido, quedó parapléjico... Todo su éxito, su poder, reducido a nada, tuvo todo el apoyo, pero pasaron kilómetros en la carrera a la que ya había regresado, sus manos estaban llenas de callos por darle tantas vueltas a las ruedas de la silla, y casi al final ya no tenía fuerzas, estaba flaco, ocupaba ayuda para llegar al final, incluso, su cerebro empezó a producir un narcótico propio, donde empezó a ver todo parco, gris, decadente, recordando lo brillante que fue el inicio, y todo lo que pasó para llegar a donde había llegado, la mujer que lo había rebasado había caído en el km. 35, insolación...

En fin...

Cuando llegó al final, simplemente se fue a su casa para descansar largo y tendido de la larga treta...

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