Miles de ondas sonoras, sentimentales, de pensamiento telepático; flotan en el aire para ser recibidos por platillos, corazones, almas; o viajan por cables de fibra óptica para ser igualmente recibidos por calor humano. Rara vez éstas manos pueden teclear cosas de amor. Pero el amor es el sentimiento más poderoso del ser humano y el que provoca absolutamente todas las emociones que puede llegar a expermientar una persona. El amor es la onda aérea principal. De ahí se derivan todas las demás.
El amor viaja en todos lados, miles de ondas rojas circulan el planeta, como un gran enjambre de mosquitos Cupido. Muchas ondas son recibidas por los destinatarios exactos, los planeados. Muchas otras veces las ondas botan y regresan al remitente, pero éste sigue en su afán y vuelve a emitir ondas, ahora, al cuadrado. El destinatario vuelve a botar las ondas y el remitente cae fulminado y empieza a mandar otras ondas, más feas. Cuando las ondas son correspondidas y crean la fórmula matemática de recepción exacta, el espacio aéreo se satura de increíble forma, ya no existen ondas negativas. Todo se llena de positivismo, es como si uno estuviera en LSD y no viera otra cosa que colores chillones, felices. Ositos de peluche caminando por la estación del metro, caramelos incrustados en piedras, etcétera.
¿Qué pasa cuando hay ondas de amor que no llegan a nadie, aunque se emitan? Pues, eso ocurre muchas veces. Existe el típico hombre o mujer que no le ha hecho daño ni a una mosca, es respetuoso con todo ser humano. Es una eminencia y sabe de todo tema que exista en la enciclopedia mundial de referencias. Pero curiosamente, el amor no le llega ni vendiendo su alma al mismo demonio. En la otra cara de la moneda, existe la mujer bien intensionada que siempre llega a escoger al chico malo, por alguna curiosa razón, muchas mujeres los prefieren. Le pasa malas jugadas y la mujer emite ondas horribles. Estas dos personas saben que para un roto hay un descocido.
Desgraciadamente sus ondas están bajas y no emiten la suficiente fuerza. Viven en la misma localidad y se han visto las caras en el metro, en el autobus, en el almacén, etcétera. Saben que debe estar por ahí se media onda. Pero ni en e-Harmony, Live Links, MySpace ni en ninguna red social o amorosa se encontraran. Reciben otras ondas rojas de otras personas. En el caso del hombre, no encuentra nada. La mujer cae en el mismo agujero. Ambos llegan a desactivar sus ondas rojas, ya piensan que emitir ese tipo de señales es una pérdida de tiempo. Pero en ambos casos hay otro hombre y otra mujer que buscan a los anteriores porque si recibieron la señal. Su búsqueda es desesperada, y fracasan...
Las ondas siguen viajando como si nada, entre muchos transmisores. Buscando quien se arrime a su hombro, quien les ilusione todas las mañanas...
Canción del blog
Airwaves - Thomas Dolby
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