Hace mucho que no piso la Tierra, y nunca lo volvería a hacer. Fuí un fantasma, en realidad, soy un fantasma, pero me aparecía donde fuera, la gente me reconocía, contaba mi leyenda, me adoraba, me idolatraba. Siempre me encontraba con drogadictos o borrachos que me compartían sus penas. Yo viví eso en cuerpo y alma a pesar de haber vivido en carne y hueso en el siglo XIX... Le provoqué paros cardíacos a los ancianos, traumaba a los niños, hacía objetos volar en escuelas y edificios de gobierno, sin razón alguna. Será que no tenía nada que hacer con estos 21 gramos de peso. Incluso mujeres me llegaron a amar, si, soy bastante guapo y sin presumir. A muchas les rompí el corazón con gusto, disfrutaba mucho verlas chillar cuando no aparecía y me iba con otra muchachita para terminarla viendo suicidándose. Los niños me tenían de amigo imaginario, hasta que el abuelo de un niño me reconoció y le apagué el tanque de oxígeno. Si, llegué a ser malvado pero era todo un encanto. Limpié caca de perro para que mi querida Querétaro no se viera sucia. Ayudaba a los ciegos a ser atropellados sin piedad, eso si que me encantaba, por eso digo que soy un encanto. A muchos sordos los hice pelearse, a los hambrientos les dí el avión y la comida me la daba a mí. De repente pasaron los sesentas y las nuevas generaciones me empezaron a ningunear, los drogos y los borrachos me ofendían, las muchachas ya no eran tan dejaditas y en general, me convertí en un fantasma de verdad, nadie me pelaba, era solo algo transparente que salía en las fotografías. Me encerraron en un baúl y me tiraron al antiguo acueducto virreinal y ahora solo aparezco en la memoria de unos cuantos ancianos o en la memoria de los objetos inanimados. Adiós imbéciles, a ver que hacen sin mí, a ver con qué asustan a sus mocosos para que se vayan a dormir...
Me olvidarás - Pic-Nic
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