Un poco de estimulación auditiva

viernes, 11 de septiembre de 2009

Vibraciones

Ondas viajando por un canal llamado aire... Sin ese canal, esas ondas no llegarían a ningún lado, pero sobre todo, no llegarían a nuestro aparato auditivo, esas ondas se convierten en hermosas vibraciones en los minúsculos huesos auditivos y de ahí al tímpano, vibraciones locuaces que nos permiten oír el bello canto de un pájaro, un concierto, una explosión, un choque, el tic-tac de un reloj y los ruidos urbanos típicos de las 5 de la tarde...

La vibración espiritual, esa que te hace sentir el rey del mundo, todo mundo te halaga, tu mismo te hechas cinco mil porras y vas filoso a un examen o a conquistar a la princesa de la torre en desgracia, esa chica con la que uno ha tenido de todo, obsesionadísimo, hasta sueños húmedos. Pero típico del ying y el yang, no falta un soberano tipejo o tipeja que empieze a mandar unas "malas vibras", al estilo santero. Pestes y pestes aterrizan en el olfato de uno y esa masa de viento maloliente llega hasta el cerebro, y el corto ciruito neuronal entra en acción... Y todo se derrumbó dentro de uno... La chica se va con otro y el examen es desastrosamente reprobado...

Abajo de las placas continentales, vibraciones pequeñas comienzan una fiesta de droga... LSD, marihuana, coca, lo que se les plante enfrente... Luego, tanta voladera y orgía da lugar a espantosas vibraciones que pasan de la placa y llegan a la corteza. Sale uno volando por la ventana, o es aplastado por escombro aún vibrante. Los relojes desaparecen, los segundos se convierten en horas, los minutos en días y las horas en años. No sabe uno en qué día está, o en que año... El miedo absoluto multiplicado por la fuerza de la vibración hace que uno haga desaparecer al cerebro... Se acabaron... Gracias al Cielo...

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