Un poco de estimulación auditiva

sábado, 28 de agosto de 2010

La camisa

Vivía cómodamente en Sarajevo. Era 1984, la belleza de mi tierra natal sorprendía al mundo en aquel año de los Juegos Olímpicos de Invierno. Bonitas olimpiadas. Después de eso Sarajevo logró un status importante en el mundo. El comunismo seguía siendo el progreso de nuestra tierra. Pero no nos mantenía unidos. Los serbios, croatas, macedonios, albanos, eslovenos y montengrinos corroían en envidia después de las Olimpiadas. Tuve la oportunidad de salir del país, mis padres, hermanos y yo nos fuimos a Berlín del Este. Al poco tiempo, por fin libertad, el comunismo había llegado a su fin, por lo que pudimos llegar a Boston.

En ese 1991 nada sería igual. La libertad hizo que las etnias de mi zona por fin pudieran mostrar su odio. Sarajevo se había convertido en un pedazo de ruina. Me dolió tanto ver mi ciudad cuando regresé, de vacaciones temporales. Hacía frío, tristeza, soledad, impotencia, muchos factores los tenía embotellados dentro de mí, caminando por la avenida principal, solo se oían el sonido de mis botas y las de unos cuantos soldados de ocupación serbios, que afortunadamente no me decían nada. Todos estaban hasta la madre de drogas. 

La presunta libertad solo estaba en papel y libros de historia, los malditos serbios, siempre nos envidiaron, todos, ninguno tenía salida al mar más que nosotros, a ningún otro lo pelaron para los Olimpiadas, solo a nosotros. Siempre hemos sido la vanguardia de Yugoslavia. Aún así, apreciaba mucho a las otras etnias de mi nación, nunca he sabido el porque nos odiabamos uno al otro, desde la Edad Media. En eso veo a un soldado serbio tirado, agonizado, bañado en su sangre y en la de otros compañeros, Desde el lugar que reptó, hasta donde yo estaba parado dejo una gran huella de sangre. Estaba herido de bala en el estómago y aún así seguía vivo.

Me agaché, reconoció mis facciones bosnias, tomó mi brazo y me dijo: "Hermano yugoslavo, ¿de dónde vino el odio?"

Inmediatamente murió, dejándome su marca de sangre en la manga. Hasta la fecha tengo esa camisa, sin haberla lavado. Es un recordatorio que la humanidad nunca ha estado unida. Es la misma carrera de la rata, una y otra vez. Yo solo quiero caminar con libertad, de perdida un día. Nunca volví a Sarajevo, hoy sigo en Boston, esperando libertad, libertad genuida, que es con la que me quiero encontrar, para unirme a ella y esparcir su palabra por el mundo. 

Canción del post
Gruppa Krovi - Kino

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