Unos dan preguntas y otros dan respuestas. Lo que nunca se supo es como un grupo de amigos llegamos tan alto, haciendo simplemente lo que a unos le agradaban. El ascenso meteórico se dio gracias o al destino, al de arriba o a nuestra habilidad. Se dio gracias de la mano de una seductora que nos protegía, o se dio gracias a otras manos oscuras. Vivir en los techos de cualquier ciudad a la que íbamos era maravilloso, el aire fresco, las estrellas de las noches hermosas, con sus lunas llenas, nuevas o en cuarto creciente. Nosotros eramos los atlantes trotamundos, altísimos y poderosos, nadie nos podía vencer. Mujeres hermosas por doquier, enamorándolas con feromonas, o si no se dejaban, con el olor a cocaína que emanaban los billetes de 20 dólares estadounidenses. Viviendo siempre arriba de los árboles acaparando los plátanos que los cretinos de abajo no alcanzaban y si alcanzaban uno se lo peleaban a muerte. Sí, la vida arriba era lo máximo. Aunque todo lo que sube, tiene que bajar. Ya no más techos, ya no más árboles y ya no más mujeres. Nos convertíamos en los cretinos de los que nos burlábamos. Unos ya no daban preguntas y otros ya no daban respuestas a como nuestro descenso fue tan rápido, al igual que nuestra subida al pedestal, a la cúspide, al podio, al Monte Olimpo. Este descenso se dio gracias a la mala leche de esa Femme Fatal que nos protegió, a la espalda de las manos oscuras, pero nunca se dio gracias al destino o al de arriba o a nuestra habilidad. Actualmente, gracias al destino, la habilidad, al de arriba y a la JUSTICIA, estamos en vías de regresar al lugar que nos merecemos, los techos, la punta de los árboles, los pedestales. Porque hacemos las cosas bien.
Canción del post
Living on the ceiling - Blancmange
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