Descarrilado de la vida, deprimido, asqueado del mundo, prófugo de la justicia, yo Lauro Prandini. No sé a dónde ir, con quién hablar, cuándo accionar, qué demonios hacer. No tengo trabajo, no tengo dejé la universidad para vivir alejado del yugo demoníaco de mis padres, parece que me mandaron al mundo nada más para estorbar, para ser un parásito social, para cagarme en la cara de todos. De chico me mimaron hasta las nubes, me consintieron, me sobreprotegieron de una manera que los haría vomitar. Mi familia era acomodada, bastante, de las más ricas de Nápoles, obviamente, éramos odiados. Mis padres eran tan ariscos que no daban ni un centavo a asociaciones de beneficiencia, al contrario, lo daban a la mafia para proteger sus negocios del gobierno y de la gente que se atreviera a saquearla, y obviamente, protegerlos de que otros grupos de la magia acabaran con él. Un día me caí de la escalera de mi casa, pero no sufrí un solo rasguño, ni en la cabeza. Mis padres no sé de dónde sacaron la idea, pero llamaron a los mejores doctores para examinarme... Dios mío... Les dije que les haría vomitar con decirles a que patético nivel me tenían sobreprotegido.
Pasé una primaria horrible, odiado por todos por pertenecer a los desgraciados ricos de Nápoles, a los mafiosi, por ser parte de la escoria, cuando la escoria eran ellos, idiotas, nacieron pobres y pobres serían para toda la vida, pero la ventaja es que no serían un estorbo, como yo, Lauro Prandini. Era tan tonto para la escuela, caray, mis padres tuvieron que llamar a la mafia para sobornar a los maestros para que me pusieran dieces en la boleta mensual. No tenía amigos, cree uno imaginario llamado Dino, me lamía, me comprendía, jugaba calcio conmigo, al igual que yo, su equipo preferido era el Nápoli, de hecho, me tomaba siempre de la mano cuando íbamos juntos al San Paolo a ver al genio Maradona en contra del otro genio, Michel Platini, contra la Juventus, el clásico de los ricos contra los pobres... Los turineses si que eran ricos...
Si de por sí en la primaria era el rechazado, en la secundaria, era el patiño, el payaso, el bufón, el conejillo de indias, la servilleta para limpiarse el hocico y el papel higiénico para el culo. Flaco, con lentes de fondo de botella, dientón, y rico... Obvio que iba a ser la burla de todo mundo. Siempre que me iba a sentar me ponían un clavo, gracias al Cielo evité todos los oxidados. Siempre me usaban como trapo de mandadero, de hacerles sus tareas (un día hasta se la hice al más looser que yo, demonios), las viejas solo me usaban para enseñarles lo del exámen de historia o para pedirme chicles, era el chiclero oficial del salón, nomás para eso me trataban bien.
La preparatoria fue un verdadero infierno, para que no me hicieran absolutamente nada, me escondía en la biblioteca; aquí jugaron con mi corazón, las viejas solo me utilizaban de novio temporal para causarle celos al que de verdad les gustaba. Muchas de ellas si me llegaron a gustar. Por como me vestía hasta la sociedad fuera de la escuela me hacía sufrir, mis actitudes les molestaban, mi forma de ser era algo asqueroso para ellos, nunca les hize daño para que me patearan el trasero a cada rato, el unico pecado que cometí era ser rico e hijo de una familia aliada con la mafia napolitana.
Pero hay justicia divina y esa divinidad me dió la oportunidad... No soy tonto saben, aprendí muchas cosas de la mafia... En la preparatoria empezé a apuntar los nombres y direcciones de todas las personas que me habían hecho daño. De muchas me vengué personalmente, y de unas cuantas hice que los mafiosi hicieran el trabajo por mí. Una de las venganzas que disfruté más fue la que tuve contra Paolo Locario, el que me sumergía la cara en la taza del baño después de que había miado. De hecho mi venganza fue invitarlo a estudiar, entrar al baño, hechar ácido en la taza, salir, apuntarle con la pistola y obligarlo a sumergir su cara en el ácido, dulce... Su cara quedó hecha mierda, y de pilón quedó ciego... Cada que tengo oportunidad de "ayudarle" a cruzar la calle, lo dejo enmedio, para que lo atropellen.
Otra fue contra Lizza Valenti, asquerosa ramera, fajaba con todos los 23 integrantes del equipo de calcio escolar AL MISMO TIEMPO, de hecho me usó para darle celos a uno de ellos; busqué gonorrea en un laboratorio de un mafiosi que era experto en todo eso de las enfermedades; un día de los últimos de escuela aproveché que salió al baño en un receso, esculqué su bolsa y sorpresa, la tipa le entraba al mundo de la perversión. Era un consolador con vibrador incluído, grandioso. Rocíe toda la gonorrea encima del consolador. JAJAJA, murió tan solo unos días después, la pobre no tenía ni para el seguro social.
Otra fue contra Tomassino Sereo, un rival mafiosi que siempre usaba ametralladora para ultimar a sus víctimas. Pues con la misma cuña lo ultimé, tomé un AK 47 de mi casa y cuando estaba comiendo en un restaurante, le descargué el cartucho en el cuello y lo degollé a puro plomo. La última y la más grande fue contra Marina Aquafresca, una tipa que me usó como 40 veces, hasta de prostituto y lo quería hacer de nuevo; me preparé con cicuta, cianuro y ácido clorhídrico. Se preguntarán por qué; porque me invitó a tomar un capuccino... En cuanto se levantó al baño, descargué los tres frascos... regresó, aseguré que le diera un sorbo, y me despedí con pretexto de que tenía que ir al doctor.... Cuando le hicieron la autopsia, encontraron su barriga vacía de órganos, y eso que solo eran 20 ml de ácido...
Descarrilado de la vida, deprimido, asqueado del mundo, prófugo de la justicia, yo Lauro Prandini. No sé a dónde ir, con quién hablar, cuándo accionar, qué demonios hacer, porque la venganza me carcomió el cerebro, mi sed de venganza me hizo el más buscado por la INTERPOL, me dió el rechazo de toda mi familia y de los mafiosi, osea que ando siendo buscado por doble frente, igual de potente. Por eso me quiero morir, que alguien que hice sufrir se vengue de mí, y que me mande a una mejor vida... Ese fuí yo, Lauro Prandini... El que lea esto, es mi confidente, mi cómplice, mi amigo, de esos que nunca tuve...
Pasé una primaria horrible, odiado por todos por pertenecer a los desgraciados ricos de Nápoles, a los mafiosi, por ser parte de la escoria, cuando la escoria eran ellos, idiotas, nacieron pobres y pobres serían para toda la vida, pero la ventaja es que no serían un estorbo, como yo, Lauro Prandini. Era tan tonto para la escuela, caray, mis padres tuvieron que llamar a la mafia para sobornar a los maestros para que me pusieran dieces en la boleta mensual. No tenía amigos, cree uno imaginario llamado Dino, me lamía, me comprendía, jugaba calcio conmigo, al igual que yo, su equipo preferido era el Nápoli, de hecho, me tomaba siempre de la mano cuando íbamos juntos al San Paolo a ver al genio Maradona en contra del otro genio, Michel Platini, contra la Juventus, el clásico de los ricos contra los pobres... Los turineses si que eran ricos...
Si de por sí en la primaria era el rechazado, en la secundaria, era el patiño, el payaso, el bufón, el conejillo de indias, la servilleta para limpiarse el hocico y el papel higiénico para el culo. Flaco, con lentes de fondo de botella, dientón, y rico... Obvio que iba a ser la burla de todo mundo. Siempre que me iba a sentar me ponían un clavo, gracias al Cielo evité todos los oxidados. Siempre me usaban como trapo de mandadero, de hacerles sus tareas (un día hasta se la hice al más looser que yo, demonios), las viejas solo me usaban para enseñarles lo del exámen de historia o para pedirme chicles, era el chiclero oficial del salón, nomás para eso me trataban bien.
La preparatoria fue un verdadero infierno, para que no me hicieran absolutamente nada, me escondía en la biblioteca; aquí jugaron con mi corazón, las viejas solo me utilizaban de novio temporal para causarle celos al que de verdad les gustaba. Muchas de ellas si me llegaron a gustar. Por como me vestía hasta la sociedad fuera de la escuela me hacía sufrir, mis actitudes les molestaban, mi forma de ser era algo asqueroso para ellos, nunca les hize daño para que me patearan el trasero a cada rato, el unico pecado que cometí era ser rico e hijo de una familia aliada con la mafia napolitana.
Pero hay justicia divina y esa divinidad me dió la oportunidad... No soy tonto saben, aprendí muchas cosas de la mafia... En la preparatoria empezé a apuntar los nombres y direcciones de todas las personas que me habían hecho daño. De muchas me vengué personalmente, y de unas cuantas hice que los mafiosi hicieran el trabajo por mí. Una de las venganzas que disfruté más fue la que tuve contra Paolo Locario, el que me sumergía la cara en la taza del baño después de que había miado. De hecho mi venganza fue invitarlo a estudiar, entrar al baño, hechar ácido en la taza, salir, apuntarle con la pistola y obligarlo a sumergir su cara en el ácido, dulce... Su cara quedó hecha mierda, y de pilón quedó ciego... Cada que tengo oportunidad de "ayudarle" a cruzar la calle, lo dejo enmedio, para que lo atropellen.
Otra fue contra Lizza Valenti, asquerosa ramera, fajaba con todos los 23 integrantes del equipo de calcio escolar AL MISMO TIEMPO, de hecho me usó para darle celos a uno de ellos; busqué gonorrea en un laboratorio de un mafiosi que era experto en todo eso de las enfermedades; un día de los últimos de escuela aproveché que salió al baño en un receso, esculqué su bolsa y sorpresa, la tipa le entraba al mundo de la perversión. Era un consolador con vibrador incluído, grandioso. Rocíe toda la gonorrea encima del consolador. JAJAJA, murió tan solo unos días después, la pobre no tenía ni para el seguro social.
Otra fue contra Tomassino Sereo, un rival mafiosi que siempre usaba ametralladora para ultimar a sus víctimas. Pues con la misma cuña lo ultimé, tomé un AK 47 de mi casa y cuando estaba comiendo en un restaurante, le descargué el cartucho en el cuello y lo degollé a puro plomo. La última y la más grande fue contra Marina Aquafresca, una tipa que me usó como 40 veces, hasta de prostituto y lo quería hacer de nuevo; me preparé con cicuta, cianuro y ácido clorhídrico. Se preguntarán por qué; porque me invitó a tomar un capuccino... En cuanto se levantó al baño, descargué los tres frascos... regresó, aseguré que le diera un sorbo, y me despedí con pretexto de que tenía que ir al doctor.... Cuando le hicieron la autopsia, encontraron su barriga vacía de órganos, y eso que solo eran 20 ml de ácido...
Descarrilado de la vida, deprimido, asqueado del mundo, prófugo de la justicia, yo Lauro Prandini. No sé a dónde ir, con quién hablar, cuándo accionar, qué demonios hacer, porque la venganza me carcomió el cerebro, mi sed de venganza me hizo el más buscado por la INTERPOL, me dió el rechazo de toda mi familia y de los mafiosi, osea que ando siendo buscado por doble frente, igual de potente. Por eso me quiero morir, que alguien que hice sufrir se vengue de mí, y que me mande a una mejor vida... Ese fuí yo, Lauro Prandini... El que lea esto, es mi confidente, mi cómplice, mi amigo, de esos que nunca tuve...
No hay comentarios:
Publicar un comentario